En el Libro “Atomic Habits”, James Clear nos comienza a retar señalando que nuestra identidad se define por lo que hacemos repetidamente, por ejemplo: nuestra identidad como deportistas se define por presentarnos día tras día a entrenar, al igual que nuestra identidad de profesional responsable se define por la calidad de trabajo que hacemos consistentemente.
J. Clear también nos enfatiza como las pequeñas acciones repetidas en el tiempo, una y otra vez, son como el interés compuesto (en una inversión) que llega a crecer de forma exponencial. Las acciones repetidas en el tiempo van acumulándose, tanto las buenas acciones, cómo las malas, por esto es tan importante prestar atención en ellas y tener consistencia en hacerlas.
Cuándo quieres crear un nuevo hábito se recomienda que lo hagas obvio, accesible, fácil de ejecutar, atractivo, que pongas todas las condiciones, recordatorios, y métodos para que la acción esté “al alcance de tu mano”; y por el contrario, cuando quieres destruir o eliminar un hábito malo, se recomienda que lo hagas invisible, inaccesible, difícil de ejecutar, que le pongas todo tipo de obstáculo para ejecutarlo, por ejemplo, si quieres dejar un vicio, pues no lo tengas cerca, ni accesible, ni visible.
Los autores discrepan en el número de días requeridos para que una acción repetida se convierta en un hábito, algunos dicen que toma 21 días, otros 33, otros 66 días. No he encontrado ninguno que hable de menos de 21 días. Independiente del número de días, algo que ayuda es que coloques la acción del nuevo hábito que quieres implementar junto a un hábito que ya tengas, por ejemplo, yo tengo el hábito de hacer ejercicio 5 veces por semana, así que para crear el hábito de la meditación lo que hice fue meditar inmediatamente al terminar mi sesión de ejercicios, resultado: ahora medito 5 veces por semana, como mínimo. Para hacerlo más fácil, empecé con una meditación de 5 minutos, tiempo después subí a 10 minutos, pronto sin duda este será otro hábito positivo para mí.