En el año 170, el emperador romano Marco Aurelio escribió: “Nuestras acciones pueden ser impedidas… pero no nuestras intenciones ni decisiones. Porque podemos adaptarnos y moldearnos. La mente adapta y convierte para sus propios objetivos lo que obstaculiza nuestra acción”. Y concluyó: “El impedimento de la acción anticipa la acción. Lo que se interpone en el camino se vuelve el camino”.
Ryan Holiday en su libro “El Obstáculo es el camino” nos explica que los obstáculos están presentes constantemente en nuestra vida, están allí para desafiarnos, para ayudarnos a crecer, para impulsarnos, a pesar de que pareciera lo contrario.
Para superarlos debemos de usar tres disciplinas complementarias y disponibles a todos nosotros: la percepción, la acción y la voluntad.
La disciplina de la percepción:
Lo importante aquí no es lo que nos pasa, sino como reaccionamos ante lo que nos pasa, pero la reacción que tendremos está 100% ligada a la interpretación que le damos a los hechos. La manera que vemos el mundo les da sentido a los hechos de la vida. No hay que juzgar, ni etiquetar, y hay que dejar de lado nuestros miedos y prejuicios. Empecemos por ver las cosas como son.
La disciplina de la acción:
Cuando enfrentamos un obstáculo que nos aparta de nuestra meta, tenemos que tomar acción, ser decidido(a), audaz y persistente, luchar por lo que queremos y entender que el obstáculo nos puede hacer cambiar el plan, pero no debe hacernos cambiar nuestra meta. La acción bien planeada y ejecutada es el mejor antídoto contra el obstáculo.
La disciplina de la voluntad:
Sin duda que sufriremos reveses en nuestro camino, las cosas no saldrán bien a la primera (ni tal vez a la segunda, ni tercera), pero aferrarnos con fe a nuestro plan, terminar lo que iniciamos, hacer lo mejor que podamos en todo momento, no pensar sólo en el fin, sino pensar en lo que debemos hacer y en lo que nos debemos convertir es la clave de usar nuestra persistencia y firmeza nos ayuden a tener la vida que merecemos y alcanzar nuestros sueños. Como decía Thomas Edison: el genio es 1% inspiración y 99% transpiración.